Marco Entrecomp
Entrevistas con 65 emprendedores revelan los miedos más comunes que comparten los fundadores de startups y también, algo sorprendente, que estos miedos pueden ser útiles. Aunque el miedo suele inhibir la acción, algunos temores pueden motivarnos a trabajar más. El estudio descubrió que las preocupaciones relativas a los costes de oportunidad, la seguridad financiera o la capacidad de obtener financiación se asociaban positivamente con la persistencia del emprendedor. Por el contrario, cuando los empresarios se preocupaban por el potencial de su idea o por sus capacidades personales, se mostraban menos proactivos. La motivación basada en el miedo también puede conllevar mayores niveles de estrés, con consecuencias potencialmente negativas para la salud. Así que, aunque el miedo es un estado natural para un emprendedor, la capacidad de anticiparlo y gestionarlo es una habilidad vital.
El miedo al fracaso acecha al mundo del emprendedor, desde perder clientes clave hasta quedarse sin dinero. Para los empresarios, el valor no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de persistir a pesar de él. Estos temores están bien fundados: Los estudios sugieren que aproximadamente el 75% de las empresas fracasan en un plazo de 10 años (véanse los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. sobre las tasas de supervivencia de las empresas aquí).
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Se han comparado tres enfoques pedagógicos diferentes basados en tres definiciones distintas del espíritu empresarial en relación con sus efectos sobre los estudiantes. Son los siguientes (1) “Idea and Artefact-Creation Pedagogy” (IACP), basada en la identificación y creación de oportunidades, (2) “Value-Creation Pedagogy” (VaCP), basada en la creación de valor y (3) “Venture-Creation Pedagogy” (VeCP), basada en la creación de organizaciones.
Los datos se recopilaron en 35 centros diferentes en los que la educación se consideraba empresarial y experiencial. Se utilizó un método cuantitativo de recogida de datos basado en una aplicación para teléfonos inteligentes, junto con un enfoque cualitativo basado en entrevistas. Se recibieron 10.953 respuestas a una breve encuesta de 1.048 participantes. Las respuestas se utilizaron para seleccionar a los encuestados y los temas de debate en 291 entrevistas con estudiantes y profesores. A continuación se realizó un análisis comparativo.
Los tres enfoques produjeron resultados muy diferentes, tanto en magnitud como en especie. El VaCP tuvo fuertes efectos sobre las competencias empresariales, la motivación de los estudiantes y la adquisición de conocimientos y habilidades. VeCP tuvo efectos más débiles en la adquisición de conocimientos y habilidades. El IACP tuvo efectos débiles en todos los resultados analizados. Las diferencias se atribuyeron a la variación en la prevalencia de determinados acontecimientos emocionales de aprendizaje y a la variación en la finalidad percibida por los estudiantes.
Empresa irlandesa
El intraemprendimiento es actuar como un emprendedor dentro de una empresa establecida. Es crear un nuevo negocio o empresa dentro de una organización. A veces ese negocio se convierte en una nueva sección o departamento, o incluso en una filial.
“Muchas veces la gente cree que el espíritu empresarial está estrictamente asociado a las empresas de nueva creación, pero nosotros no lo vemos así”, afirma Aulet. “Creemos que el espíritu empresarial es una forma de crear valor con nuevos productos, nuevas formas de dirigir empresas y con una serie de activos que se controlan. Pero también activos que no controlas. Así que los emprendedores pueden existir en las empresas, y las empresas los necesitan cada vez más”.
“Están creando algo que no se ha hecho antes o que no se ha hecho de la misma manera”, afirma Cusumano. “Hay que pensar en cuán grande es el mercado, cuántos recursos necesitan para crear algo, cuál podría ser la rentabilidad. Muchos de los criterios que utilizaríamos para evaluar una nueva empresa de un emprendedor son realmente los mismos.”
La historia del término “intrapreneurship” sigue siendo objeto de debate. En 1978, Gifford Pinchot III y Elizabeth Pinchot utilizaron la palabra en su artículo “Intra-Corporate Entrepreneurship”, y de nuevo en su libro de 1985 “Intrapreneuring”.
Empresa y educación empresarial
A los aspirantes a empresarios se les pueden ocurrir ideas todo el día, pero no todas las ideas son necesariamente buenas. Para que merezca la pena perseguir una idea, primero hay que determinar si la idea se traduce en una oportunidad empresarial. La oportunidad empresarial es el punto en el que la demanda identificable de los consumidores se encuentra con la viabilidad de satisfacer el producto o servicio solicitado. En el ámbito de la iniciativa empresarial, deben cumplirse unos criterios específicos para pasar de una idea a una oportunidad. Comienza con el desarrollo de la mentalidad adecuada, una mentalidad en la que el aspirante a empresario agudiza sus sentidos ante las necesidades y deseos de los consumidores y lleva a cabo investigaciones para determinar si la idea puede convertirse en una nueva empresa de éxito.
En algunos casos, las oportunidades se encuentran mediante una búsqueda deliberada, especialmente cuando se desarrollan nuevas tecnologías. En otros casos, las oportunidades surgen por casualidad. Pero en la mayoría de los casos, una oportunidad empresarial surge del reconocimiento de un problema y de un intento deliberado de resolverlo. El problema puede ser difícil y complejo, como llevar a una persona a Marte, o puede ser mucho menos complicado, como fabricar un colchón más barato y cómodo, como hicieron empresas como Casper y Purple.
